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Thursday, April 21, 2016

Mi hija Jennifer y yo en el Mercado del Puerto, Montevideo.
Fragmento de la novela "Palmas y Ombues"  de Orlando Vicente Alvarez.

El bus iba con rapidez por la carretera que une a Montevideo con el departamento de Tacuarembó. Estábamos en verano y el calor y el olor a sudor eran sofocantes. Los pasajeros dormitaban o miraban aburridos el paisaje que transcurría a ambos lados de la carretera. Yo también observaba el panorama a mi izquierda, tapizado por verdes pasturas y ganado ovino y lanar. De vez en cuando la monotonía era rota por un ceibo amarillento bajo el cual se guarecían las vacas del ardiente sol.

          Iñaqui Echevarría dormía a mi lado con fuertes ronquidos. Habíamos quedado que no durmiera durante el viaje para que sus malditos ronquidos no molestaran al resto de los pasajeros. Pero No. Con sus largas piernas y el cuello estirado parecía una locomotora a vapor averiada. Dicen que el que ronca durante el sueño es que esta en paz consigo mismo y tiene el espirito sosegado. Yo por mi parte no suelo dormir durante viaje alguno ya sea en bus, tren o el largo vuelo de los aviones. Debe ser que mis malditos espíritus están siempre inquietos y los de Iñaqui gozan de la paz del señor. Lo conozco bien y no es tan así: tiene mil demonios que lo atormentan.