LAURA...
BUENOS AIRES: AMOR A PRIMERA VISTA.
Como Director de una Clínica en Montevideo tuve que pasar un curso de un
mes en Buenos Aires. Tome el buque hidrodeslizante y me senté cómodamente en
primera clase.
Cuando nos aproximamos a Buenos Aires ya era de día. En el horizonte se
perfilaban torres de edificios del Puerto Madero que daban la impresión de ser
una ciudad del primer mundo. El atracadero era moderno y el chequeo del
equipaje fue rápido y eficiente.
En ese tiempo el Peso argentino era equivalente al dólar. Tome un remise
y le dije al chofer que me paseara por la ciudad antes de ir a mi destino final:
la clínica de medicina alternativa que dirigía un doctor amigo mío.
Me asombraron las diferentes plazas con sus colosos monumentos y el
verdor de sus jardines llenos de flores, los edificios emblemáticos como el
Palacio Presidencial o la Casa Rosada y el portal de estilo casi barroco del hipódromo,
el famoso Obelisco con la calle Corrientes y 9 de Julio. El viejo Buenos Aires
me cautivo desde un principio.
Ya en la noche quisimos salir con mi amigo el médico y fuimos a ver una función
de tango. Había una pareja joven bailando en un pequeño local. Sus movimientos
de la chica eran pura magia y embeleso, las piernas torneadas se enredaban con
las del hombre en un acto lleno de sensualidad y misterio su rostro desafiaba
al macho retando su dominio en la escena. Me entero que el nombre de la eximia
bailarina era Laura Legascue y que su plasticidad en el baile era legendaria.
La invite a nuestra mesa y al final se presentó sola aun con el vestido con una
abertura que mostraba toda la pierna.
Me dijo que el tango se llamaba "Cirque" y que todas las
noches lo bailaba excepto los lunes. La felicite por su danza y su belleza.
Nunca había visto un cuerpo tan bien formado y unas piernas tan estilizadas en
una ballerina. Yo, acostumbrado a las jóvenes mulatas de los cabarets de Cuba.
Le pregunte que cuando iba a Montevideo y me dijo que era procedente de allí. Así que nos veríamos otra vez.
En los días siguientes imbuido en el trabajo en la Clínica no tuve mucha
oportunidad de salir. Como era el principio del Otoño Austral el sol repiqueteaba
durante el día. Me asombraba ver a la gente en los bulevares almorzando bajo el
sol como si no saliera todos los días. Las mujeres argentinas son bellas, están
entre las más bellas del mundo, todas quieren parecer nórdicas con el cabello
largo teñido de rubio pero esencialmente bellas.
Me fui de Buenos Aires enamorado de la ciudad pero lo que más recuerdo
era la joven ballerina de tango con sus piernas cortando el aire y el eterno
enfrentamiento de una mujer temperamental que no se doblega ante un hombre que
intenta someterla.