BALLERINA DE UN SOLO PIE: MATERNIDAD.
DR Orlando Vicente
Álvarez
El año pasado
estando en Buenos Aires me encontré con una vieja amiga.
-Sigues bella todavía. ¿Cuántos años tenés?
-Estoy rozando los cuarenta. Ya no me contratan como antes.
Estoy perdiendo flexibilidad.
- ¿Y un hijo, ya está al llegar la menopausia?
- No quiero tener hijos.
Pero cómo.
Conservaba la belleza de la primera juventud, piel lozana, piernas largas, pelo
rizado hasta la espalda…
-Todavía estas a
tiempo para un crio. Tu cuerpo se preparó hace millones de años para la ocasión.
Solo las ejecutivas empresariales se sienten realizadas sin un hijo y
luego adoptan o se quedan solas en su vejez, rodeadas de hermanos y
sobrinos que solo buscan la herencia.
Pero tú eres pobre ahora.
No puedes congelar tus óvulos para más adelante. Ni podrás adoptar.
La naturaleza o Dios
mismo prepararon el cuerpo de la mujer para concebir. La matriz materna extrañará un cuerpecito del
bebé. Los pezones de tus senos añoraran los labios tiernos de una criatura. Tu
cuerpo se encorvará hacia adelante haciendo una cueva para acunar al crio y tú, toda entera, recibirás el don de
la felicidad de tener un bebe. La Oxitócica trabajara todo tu cuerpo, tu
cerebro y estarás preparado para ser madre.
Yo tuve una paciente con Síndrome de Down. Los padres
me decían que era una bendición de Dios
por el amor que le daban y el amor que recibían. Yo la cargaba en mis rodillas y me enternecía
y una lágrima rodaba por mis mejillas.
Dios le dijo Abran
que ofreciera su único hijo en holocausto pero solo era para probar su fe y
le dijo: tu descendencia será como las
estrellas del cielo o la arena de las playas.
Los hijos son una bendición
de Dios o de la Evolución. Hasta las parejas de lesbianas se dejan inseminar
por tal de tener uno y hasta los gay reclaman
un vientre un sustituto o adoptan.
Hace pocos días en
la playa vi en la arena jugar a una familia de pobres al fútbol, hasta la madre
jugaba, y parecían tan felices que las millonarias argentinas y brasileñas tras
sus gafas tornasol los miraban con envidia. No querían tener hijos para no
deformar sus cuerpos.
Mi querida
amiga escuchó toda mi arenga y no dijo nada.
Sería como una
ballerina con un solo pie dando vueltas sobre sí misma y dando pequeños
saltitos sin llegar a nada.