novela SANSARA de Siddharta de Herman Hesse SANSARA Durante largo tiempo vivió entre la riqueza, saboreo el poder, como Kamala lo adivinara, él permanecía Samana en su corazón, la gente acudía a él pero sólo Kamala era admitida en su intimidad. Las enseñanzas de los maestros eran un vago recuerdo, pronto su corazón se invadió de envidia a aquellos que se entregaban a sus pasiones, asimilo la puerilidad de los hombres, la importancia que le atribuían a la existencia, la pasión en sus placeres. El placer, la codicia, la indolencia, el amor a la riqueza, llegó a adquirir reputación de jugador temible.
Fragmento de la novela Siddharta de Herman Hesse
SANSARA
Durante largo tiempo vivió entre la riqueza, saboreo el poder, como Kamala lo adivinara, él permanecía Samana en su corazón, la gente acudía a él pero sólo Kamala era admitida en su intimidad. Las enseñanzas de los maestros eran un vago recuerdo, pronto su corazón se invadió de envidia a aquellos que se entregaban a sus pasiones, asimilo la puerilidad de los hombres, la importancia que le atribuían a la existencia, la pasión en sus placeres. El placer, la codicia, la indolencia, el amor a la riqueza, llegó a adquirir reputación de jugador temible.
Una noche se dio cuenta que se había entregado a un juego infantil llamado Sansara, queriendo ser un hombre entre los hombres, medito todo el día, rompió los lazos que lo unían a lo material y en menos de una hora emprendió el camino.
A ORILLAS DEL RIO
Caminó hasta el río donde años atrás un botero lo transportara, llegó al deseo de asco y muerte, hasta caer rendido junto al río, al despertar reconoció a Govinda cuidando su sueño, platicaron, después el se despidió como se despide de alguien de alcurnia. Se sabía peregrino, ahora el hambre le aquejaba, sin embargo, decidió quedarse junto al río. Ver menos
EL VIAJE AL PASADO TREMENDO.---------- THE TREMENDOUS JOURNEY TO THE PAST ... CUBA......THE JOURNEY TO THE PAST
Habían transcurrido 17 años sin que el gobierno cubano me permitiera viajar a Cuba. Excepto las vacaciones que Mamá y hermano habían pasado en Punta del Este y la visita que mi esposa había realizado a mi hija- que ya estaba conmigo más de año, me dieron el visto bueno por las nuevas medidas de Raúl Castro y al fin saqué el pasaporte cubano con un papelito simple que me autorizaba a viajar a mi tierra.
Mi hija y yo hicimos el viaje juntos. Muchas lágrimas y alegría entre todos a las 2 de la mañana cuando llegamos a la ciudad del Guaso.
Mi hijo a quien no veía desde los cuatro años esperaba el auto que nos traería, velando, estacionado en la esquina. Fue gran emoción de ambos vernos. Se había convertido en un guapo mozo, más alto que yo, atlético y hermoso.
En los días siguientes él me daba un beso en las mejillas antes de irse a sus estudios y también cuando regresaba en la tarde. Yo estaba conmovido por su necesidad de amor de padre y se sentaba en el corredor de casa a preguntarme sobre el Uruguay.
Pero la verdadera protagonista de esta historia era mi madre. Sin llanto, solo bromeaba y no cabía en sí de regocijo.
DR ORLANDO VICENTE ALVAREZ
CUBANO URUGUAYO
GENIO