Historia de Sodoma y Gomorra. 1
Fragmento de la Novela Los Dioses También Ríen.
Orlando Vicente Álvarez
Dios le dijo a
Abrahán:
-He aquí que me han
dicho que existen dos ciudades tan malas como el ají guaguao y las voy a
destruir.
Y empezó un toma
y daca entre Dios y Abrahán que si quedaban 50 justos no destruiría la ciudad
pero Abrahán era terco como un mulo y fue descendiendo la cifra hasta llegar a
10 inocentes buenos. Así y todo Dios envió a dos Ángeles tan bellos, rubios,
altos, ojos azules, etc., que fueron a la casa de Lot. Este que era santo,
deslumbrado por sus bellezas los invito a entrar. Ellos solo querían reposar en
el portal y se negaron pero Lot tenía dos hijas feas y añejas y se dijo- A ver
si se aparean con estas que ya están en la fuácata de la vida. Y Lot insistió e
insistió y por fin los bellos Ángeles entraron a la casa.
A todo esto el
pueblo, hombres degenerados, fueron con Lot y le dijeron –no sé cómo se habían
enterado de la visita a menos que tuvieran una Presidenta del Comité de Cuadra
como en Cuba que les sopló el chisme. Los hombres del pueblo le dijeron a Lot
para tener relaciones sexuales- pobres culitos de aquellos Ángeles- pero Lot no
los dejo entrar En verdad solo querían
sentarse en el portal a escuchar historias viejas, pasarse una botella de
aguardiente y hablar de futbol como los
argentinos. Lot les ofreció a sus feas hijas pero nadie las quería- ni el
tampoco, eran tan feas que ni a ellas quería. Pero los hombres insistían e
insistían. Pero Lot no los dejo entrar.
Y Dios decidió
destruir las dos ciudades con fuego y azufre, diciéndole antes a Lot que huyera con su esposa y sus dos hijas, que no se
llevaran nada a cuestas –ni los burros- y que no miraran atrás. Y Lot obedeció
a Dios y salieron corriendo por el desierto pero la mujer se detuvo y miró
atrás- un cachito no más- y vio la casa donde habían sido tan felices, extrañó
los cacharos de la cocina y el armario donde guardaba sus ropas. Y ahí mismo
Dios la convirtió en una estatua de sal como hacían la Gorgona griega si uno le
miraba los ojos pero ella convertía a los viajeros en piedra lo que no que no
era muy práctico para Lot.
Y mientras se
carbonizaban las ciudades, con niños y todo- Dios no tenía compasión- antes de huir definitivamente, le arrancaron
un brazo a la estatua de sal, pues esta era como el oro y servía para muchas
cosas como conservar las carnes y todo eso. Los agrimensores actuales se
preguntan como toda una zona del Oriente Medio no crece ni el ajonjolí y así
comenzó el sistema de tierra arrasada – continuará-
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