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Wednesday, February 14, 2018

Borde de proa 6 min HAITIANOS PINTADOS DE BLANCO. Orlando Vicente Álvarez


Borde de proa 6 min HAITIANOS PINTADOS DE BLANCO. Orlando Vicente Álvarez
Borde de proa 6 min HAITIANOS PINTADOS DE BLANCO. Orlando Vicente Álvarez Cuando yo era un joven médico en la provincia de Guantánamo. Me enviaron a San Antonio del Sur, municipio colindante con el mar Caribe. Cuando una chalana repleta de haitianos encallaba en los arrecifes me enviaban con una asistente experta en Epidemiología. No me permitían tocarlos solo examinarlos a ojo de buen cubero. Allí había como 50 haitianos que iban ruta a Miami. Bajamos el acantilado y los obligaban a desnudarse- hombres, mujeres y niños -y un fumigador los rociaba de una leche blanca- Difterez- desde la cabeza a los pies. Los pintaban de blanco. Las autoridades del PCC les lanzaban ramilletes de plátano desde lo alto como si fueran infectados o fueran a comernos vivos. Después nos obligaban a recoger todo indicio de su presencia: latas, ropa raída y todo rastro de ellos. Así era la solidaridad comunista. Luego venia un barco cubano mayor y los remolcaba hasta alta mar para que prosiguieran su camino. Y nos obligaban a guardar el secreto. Por eso digo a veces que no soy cubano: soy haitiano. http://orlandoescritorynovelista.blogspot.com.uy/

Tuesday, February 6, 2018

   EL DILUVIO UNIVERSAL  - Última  Parte.
   Fragmentos de la novela  LOS DIOSES TAMBIÉN RIEN
   ORLANDO VICENTE ÁLVAREZ 

    Por fin pasaron los cuarenta días y cuarenta noches.  Noé envió un cuervo por la ventana pero este regresó. Después envió una paloma y esta regresó con una rama de olivo en el pico. Pero la paloma se coló de vuelta en el arca indicando que todavía estaban inundados. Luego, a los pocos días volvió a enviar a la paloma pero esta no regresó  dejando al palomo triste y descorazonado en el Arca- esto nos dice que a las mujeres no se les puede dar mucha libertad, que hay que atarlas bien cortito.
    Cuando todo estuvo seco y las aguas se retiraron vieron que el Arca se había posado en el pico de una montaña, el monte Ararat. Y Noé maldijo el lugar pues padecía de miedo a las alturas. Noé abrió las compuertas y lo primero que hizo fue una fogata, no como un sacrificio a Dios si no para matar todas las pulgas y chinches. En esto toda la familia lo siguió, después se dieron un baño reparador. Pero Noé no podía bajar a los llanos, el vértigo se lo impedía y una yerna, la única que tenía sentido de sacrificio decidió quedarse junto a él mientras Dios hacia un nuevo pacto con él de elevar a los  cielos  un arcoíris cuando una nube de aguacero se acercaba. Y Noé vio que eso era bueno y se quedó en la cueva con su nuera. Esto sirvió de ejemplo a la Santa Madre Teresa como sacrificio por los enfermos y los ancianos...
    Entonces, mientras Noé daba órdenes a los animales a que salieran del Arca y volvieran a poblar la tierra, los hijos de Noé sacaron de su escondite los cilindros de cristal que tan celosamente habían recolectado por el mundo. Eran colecciones de ADN de todas las semillas del mundo y en otras, toda muestra de ADN de las criaturas  que se habían ahogado. Así evitaron la primera extinción masiva posdiluviana porque con las pequeñas dimensiones del Arca no cabían todas las parejas de animales del mundo, ni toda ave del cielo ni toda alimaña que se arrastra-ni que fuera un barco petrolero-.
   Como vivían tantos años los hijos de Noé que eran grandes genetistas se abocaron a la tarea de darles vida a toda una generación de  criaturas que sí poblaría la tierra.
   Y poco a poco se restituyó la fauna animal y vegetal  en la tierra y mientras tanto los hijos de Noé tuvieron que alimentarse de caballos y perros.

  Y el mundo volvió a sus andanzas con asesinatos, guerras y otras calamidades  propias del género humano.
EL DILUVIO UNIVERSAL.
 PRIMERA PARTE
Fragmento de la novela  Los Dioses también Ríen.
Escenas cómicas de la Biblia.
De Orlando Vicente Álvarez

   La cosa estaba mala para los pobladores de la tierra siempre de juerga y mujereando. Dios vio como estaba el mundo y no le gustó lo que vio. Llamó a Noé, un anciano de como 900 años, que era un Santo Varón – nunca se menciona en las sagradas escrituras a una Santa Mujer o una Santa Varona- y seguía a Dios hasta después de las tormentas.
   Dios le dio instrucciones a  Noé de las dimensiones de un gran barco o arca o como se llame y le dijo que enviaría un diluvio que cubriría hasta la montaña más alta. Solo sobrevivirían Noé, su esposa, sus tres hijos Sem, Cam y Jafet y sus numerosas nueras. Además le dijo que buscara una pareja de cada animal. De aves del cielo y de toda alimaña que se arrastrara.
   Misteriosamente, mientras su padre construía el Arca los tres hijos del patriarca emprendieron  un viaje por el mundo que solo Noé sabia. Un día aparecieron los tres mozos  con unos cilindros largos que ocultaron en el sitio donde las mujeres nunca buscarían –las esposas siempre están husmeando en los cajones de los hombres en busca  de un supuesto lápiz labial o de un perfume extranjero—pues lo escondieron en el excusado al lado del hueco de hacer sus necesidades.
  Después empezó la entrada de los animales gigantes como elefantes, rinocerontes y camellos, macho y hembra entraron en el Arca y toda ave del cielo por parejas y toda alimaña que se arrastra- las mujeres corrían despavoridas a los sitios altos del barco. Veían alimañas por doquier sobre todo cucarachas- de todo es conocido el terror de las mujeres ante este pacifico insecto.

   Cuando todo estuvo completo Noé mandó cerrar las compuertas y empezó un aguacero como nunca se había visto. Durante cuarenta días y cuarenta noches llovió o diluvio copiosamente. Pero Noé  había cometido un error: había  dejado entrar chinches,  garrapatas y piojos que se reprodujeron pronto y le hizo la vida imposible mientras llegaba el escampe. Los bichos se metían en todas partes del cuerpo, sobre todo en los genitales y como en aquellos tiempos nadie se bañaba la infestación fue peor. Hasta los leones rugían de la picazón. Hasta dos lindos pericos perecieron de los ácaros que los atacaban.  Hay un manuscrito encontrado cerca del mar muerto que se atribuye a Sem que describe al Arca  como “el barco apestoso” y que hubo un momento de flaqueza del Patriarca que se hincó de rodillas, elevó sus brazos al cielo y dijo: Señor porqué nos has mandado esta calamidad, debíamos haber perecido con los que se ahogaron- pero los judíos no aceptan esta versión apócrifa del diluvio.