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Tuesday, February 6, 2018

EL DILUVIO UNIVERSAL.
 PRIMERA PARTE
Fragmento de la novela  Los Dioses también Ríen.
Escenas cómicas de la Biblia.
De Orlando Vicente Álvarez

   La cosa estaba mala para los pobladores de la tierra siempre de juerga y mujereando. Dios vio como estaba el mundo y no le gustó lo que vio. Llamó a Noé, un anciano de como 900 años, que era un Santo Varón – nunca se menciona en las sagradas escrituras a una Santa Mujer o una Santa Varona- y seguía a Dios hasta después de las tormentas.
   Dios le dio instrucciones a  Noé de las dimensiones de un gran barco o arca o como se llame y le dijo que enviaría un diluvio que cubriría hasta la montaña más alta. Solo sobrevivirían Noé, su esposa, sus tres hijos Sem, Cam y Jafet y sus numerosas nueras. Además le dijo que buscara una pareja de cada animal. De aves del cielo y de toda alimaña que se arrastrara.
   Misteriosamente, mientras su padre construía el Arca los tres hijos del patriarca emprendieron  un viaje por el mundo que solo Noé sabia. Un día aparecieron los tres mozos  con unos cilindros largos que ocultaron en el sitio donde las mujeres nunca buscarían –las esposas siempre están husmeando en los cajones de los hombres en busca  de un supuesto lápiz labial o de un perfume extranjero—pues lo escondieron en el excusado al lado del hueco de hacer sus necesidades.
  Después empezó la entrada de los animales gigantes como elefantes, rinocerontes y camellos, macho y hembra entraron en el Arca y toda ave del cielo por parejas y toda alimaña que se arrastra- las mujeres corrían despavoridas a los sitios altos del barco. Veían alimañas por doquier sobre todo cucarachas- de todo es conocido el terror de las mujeres ante este pacifico insecto.

   Cuando todo estuvo completo Noé mandó cerrar las compuertas y empezó un aguacero como nunca se había visto. Durante cuarenta días y cuarenta noches llovió o diluvio copiosamente. Pero Noé  había cometido un error: había  dejado entrar chinches,  garrapatas y piojos que se reprodujeron pronto y le hizo la vida imposible mientras llegaba el escampe. Los bichos se metían en todas partes del cuerpo, sobre todo en los genitales y como en aquellos tiempos nadie se bañaba la infestación fue peor. Hasta los leones rugían de la picazón. Hasta dos lindos pericos perecieron de los ácaros que los atacaban.  Hay un manuscrito encontrado cerca del mar muerto que se atribuye a Sem que describe al Arca  como “el barco apestoso” y que hubo un momento de flaqueza del Patriarca que se hincó de rodillas, elevó sus brazos al cielo y dijo: Señor porqué nos has mandado esta calamidad, debíamos haber perecido con los que se ahogaron- pero los judíos no aceptan esta versión apócrifa del diluvio.

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