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Tuesday, April 17, 2018

Ballerina de un sólo pie: maternidad.

BALLERINA DE UN SOLO PIE: MATERNIDAD.
  DR Orlando Vicente Álvarez

   El año pasado estando en Buenos Aires me encontré con una vieja amiga.
-Sigues bella todavía. ¿Cuántos años tenés?
-Estoy rozando los cuarenta. Ya no me contratan como antes. Estoy perdiendo flexibilidad.
- ¿Y un hijo, ya está al llegar la menopausia?
- No quiero tener hijos.
   Pero cómo. Conservaba la belleza de la primera juventud, piel lozana, piernas largas, pelo rizado hasta la espalda…
  -Todavía estas a tiempo para un crio. Tu cuerpo se preparó hace millones de años para la ocasión. Solo las ejecutivas empresariales se sienten realizadas sin un hijo y luego  adoptan o se quedan  solas en su vejez, rodeadas de hermanos y sobrinos que solo buscan la herencia.
  Pero tú eres pobre ahora. No puedes congelar tus óvulos para más adelante. Ni podrás adoptar.
  La naturaleza o Dios mismo prepararon el cuerpo de la mujer para concebir.  La matriz materna extrañará un cuerpecito del bebé. Los pezones de tus senos añoraran los labios tiernos de una criatura. Tu cuerpo se encorvará hacia adelante haciendo una cueva para acunar  al crio y tú, toda entera, recibirás el don de la felicidad de tener un bebe. La Oxitócica trabajara todo tu cuerpo, tu cerebro y estarás preparado para ser madre.
  Yo tuve una  paciente con Síndrome de Down. Los padres me  decían que era una bendición de Dios por el amor que le daban y el amor que recibían.  Yo la cargaba en mis rodillas y me enternecía y una lágrima rodaba por mis mejillas.
  Dios le dijo Abran que ofreciera su único hijo en holocausto pero solo era para probar su fe y le  dijo: tu descendencia será como las estrellas del cielo o la arena de las playas.
  Los hijos son una bendición de Dios o de la Evolución. Hasta las parejas de lesbianas se dejan inseminar por tal de tener uno y hasta los gay  reclaman un vientre un sustituto o adoptan.
  Hace pocos días en la playa vi en la arena jugar a una familia de pobres al fútbol, hasta la madre jugaba, y parecían tan felices que las millonarias argentinas y brasileñas tras sus gafas tornasol los miraban con envidia. No querían tener hijos para no deformar sus cuerpos.
  Mi querida amiga  escuchó  toda mi arenga y no dijo nada.

  Sería como una ballerina con un solo pie dando vueltas sobre sí misma y dando pequeños saltitos sin llegar a nada.